lunes, 14 de mayo de 2012

¿Por qué comemos en exceso incluso cuando estamos llenos?

El estudio trata sobre la llamada "hambre hedonista".
Un grupo de investigadores italianos ha descubierto evidencia de que independientemente qué tan "llena" se sienta una persona, el cuerpo está programado para recompensarse comiendo de más cuando es tentado con alimentos sabrosos.
Sin embargo, creen que han identificado un vínculo fisiológico entre la indulgencia con la comida mucho más allá del punto de la "necesidad" calórica y un aumento reactivo en los niveles de dos compuestos químicos claves.
Uno de los compuestos es la grelina, una hormona producida en el estómago que ayuda a regular la recompensa y la motivación. El otro es un compuesto conocido como "2-AG" (2-araquidonilglicerol), que tiene que ver con el apetito.

Cada uno participó en dos pruebas de alimentación, con un intervalo de un mes. En ambas ocasiones, los participantes primero consumieron un desayuno de 300 calorías compuesto de 77 por ciento de carbohidratos, 10 por ciento de proteína y 13 por ciento de grasa.
Tras cada comida, los participantes calificaron su nivel de hambre mientras esperaban que pasara una hora. En ese momento se ofreció a todos lo que ya se había establecido que era su comida favorita, una comida que desearían comer incluso después de sentirse llenos.
Durante cinco minutos, solo se permitió a los participantes ver u oler su comida favorita. En ese periodo, se les pidió describir qué tanta hambre tenían, qué tanto impulso tenían para comer el alimento y qué cantidad pensaban comer.
La segunda prueba fue similar, excepto que esta vez se ofreció a los participantes un artículo poco apetitoso, por ejemplo una combinación de pan, leche y mantequilla, que contenía exactamente los mismos nutrientes y calorías que el artículo sabroso de la primera prueba.
El resultado fue que a pesar de una sensación general de saciedad tras el desayuno, los participantes dijeron que su impulso a comer y la cantidad que pensaban comer eran significativamente mayores ante su comida favorita, en comparación con la comida poco apetitosa.
Además, pruebas sanguíneas revelaron que cuando los participantes comían su alimento favorito, los niveles en sangre de la hormona grelina aumentaban significativamente y permanecían altos durante hasta dos horas.

                                                                                       
                                                                                           Beatriz Martín López

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