En los últimos tiempos, hay un debate creciente sobre el alcance que deben tener las transfusiones de sangre, y sobre si hay casos en los que pese a ser habitual hacer transfusiones, éstas no aportan un beneficio neto al paciente o incluso lo colocan bajo riesgos innecesarios.
"La transfusión no es tan segura como la gente piensa", advierte elocuentemente el Dr. Steven M. Frank, profesor de anestesiología y medicina intensiva en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos. Él y sus colaboradores han realizado un estudio polémico cuyos resultados aparecen publicados en la revista académica Anesthesiology.
Entre los resultados, destaca la confirmación de que en Estados Unidos, y previsiblemente en otros países, todavía varía mucho el uso de las transfusiones y a menudo se transfunde sangre a pacientes que no la necesitan.
Este uso excesivo de sangre es problemático, porque la sangre es un recurso escaso, y también, según argumenta el equipo del Dr. Frank, porque estudios recientes han mostrado que los pacientes de una cirugía no se benefician, y pueden incluso resultar perjudicados, por transfusiones hechas prematura o innecesariamente.
"En los últimos cinco años, diversos estudios han apoyado que se transfunda menos sangre de la que solíamos suministrar, y nuestra investigación muestra que el personal médico es reticente a adoptar estos nuevos criterios", advierte el Dr. Frank.
En Estados Unidos, las directrices generales de tres sociedades médicas distintas establecen cuándo un paciente de una cirugía debe recibir una transfusión, pero tales directrices tienden a ser vagas, según el Dr. Frank. En un adulto sano, el nivel normal de hemoglobina (la cantidad de glóbulos rojos que transportan oxígeno por el cuerpo) es de aproximadamente 14 gramos por decilitro. Las directrices establecen que cuando el nivel de hemoglobina del paciente cae por debajo de 6 ó 7 gramos por decilitro, al paciente le resultará beneficioso recibir una transfusión de sangre, y que si los niveles están por encima de 10, el paciente no la necesita. Pero ha habido poco consenso acerca de qué hacer cuando los niveles están entre estos dos valores.
Según el Dr. Frank, los estudios recientes sugieren que los médicos pueden esperar sin problema hasta que los niveles de hemoglobina caigan a 7 u 8 antes de realizar una transfusión, incluso en algunos de los pacientes más enfermos.
Por supuesto, en los casos de grandes hemorragias, como por ejemplo por accidentes, es obvio que hay que actuar rápido y que el paciente va a necesitar sangre. Pero en otros casos, según los criterios esgrimidos en el nuevo estudio, el personal médico debería ser un poco menos pródigo con las transfusiones.
Alberto de la Muela
"La transfusión no es tan segura como la gente piensa", advierte elocuentemente el Dr. Steven M. Frank, profesor de anestesiología y medicina intensiva en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos. Él y sus colaboradores han realizado un estudio polémico cuyos resultados aparecen publicados en la revista académica Anesthesiology.
Entre los resultados, destaca la confirmación de que en Estados Unidos, y previsiblemente en otros países, todavía varía mucho el uso de las transfusiones y a menudo se transfunde sangre a pacientes que no la necesitan.
Este uso excesivo de sangre es problemático, porque la sangre es un recurso escaso, y también, según argumenta el equipo del Dr. Frank, porque estudios recientes han mostrado que los pacientes de una cirugía no se benefician, y pueden incluso resultar perjudicados, por transfusiones hechas prematura o innecesariamente.
"En los últimos cinco años, diversos estudios han apoyado que se transfunda menos sangre de la que solíamos suministrar, y nuestra investigación muestra que el personal médico es reticente a adoptar estos nuevos criterios", advierte el Dr. Frank.
En Estados Unidos, las directrices generales de tres sociedades médicas distintas establecen cuándo un paciente de una cirugía debe recibir una transfusión, pero tales directrices tienden a ser vagas, según el Dr. Frank. En un adulto sano, el nivel normal de hemoglobina (la cantidad de glóbulos rojos que transportan oxígeno por el cuerpo) es de aproximadamente 14 gramos por decilitro. Las directrices establecen que cuando el nivel de hemoglobina del paciente cae por debajo de 6 ó 7 gramos por decilitro, al paciente le resultará beneficioso recibir una transfusión de sangre, y que si los niveles están por encima de 10, el paciente no la necesita. Pero ha habido poco consenso acerca de qué hacer cuando los niveles están entre estos dos valores.
Según el Dr. Frank, los estudios recientes sugieren que los médicos pueden esperar sin problema hasta que los niveles de hemoglobina caigan a 7 u 8 antes de realizar una transfusión, incluso en algunos de los pacientes más enfermos.
Por supuesto, en los casos de grandes hemorragias, como por ejemplo por accidentes, es obvio que hay que actuar rápido y que el paciente va a necesitar sangre. Pero en otros casos, según los criterios esgrimidos en el nuevo estudio, el personal médico debería ser un poco menos pródigo con las transfusiones.
Alberto de la Muela
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